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MAYORES

La reciente investigación sobre la psicología de la vejez, el envejecimiento y las personas mayores ha dado lugar a una nueva disciplina dentro de la psicología: la psicogerontología, de tal forma que el psicólogo es uno más de los profesionales que se ocupan de las personas mayores en los ámbitos clínicos, educativos, del trabajo, contextos residenciales y comunitarios y sociales. El objetivo último de la psicogerontología aplicada es la optimización del desarrollo personal de las personas mayores, la compensación de sus limitaciones y potenciales declives con el fin de incrementar y prolongar su bienestar y calidad de vida.

La intervención desde EC Psicólogos en esta etapa vital, al igual que en las anteriores, se fundamenta en una completa y exhaustiva evaluación, la cual se basa en las siguientes premisas:

  1. La edad covaría con la enfermedad, pero no parece existir una relación causal entre la edad cronológica y la enfermedad: achacar a la edad un determinado padecimiento de la persona mayor supone asumir que nada se puede hacer desde el punto de vista terapéutico.

El modelo que seguimos  desde EC Psicólogos se basa en que el individuo es activo, debe mantenerse activo y con control de su vida en la medida de lo posible en un ambiente activo e interventivo.

  1. Para la explicación del problema actual, se han de tener en cuenta variables tanto ambientales como personales (repertorios básicos de conducta que la persona ha aprendido a lo largo de la vida, motivaciones, actitudes, su biología, etc.); variables que convierten a la persona mayor en un agente que actúa y modifica el ambiente ejerciendo control sobre éste.
  1. El individuo mayor está en permanente interacción con sus contextos (familiar, comunitario, etc.), por lo que el objetivo de la evaluación e intervención debe incluir no sólo a la persona mayor, sino también a la familia, el hogar donde habita y los servicios y programas comunitarios existentes en su entorno.
  1. Desde EC Psicólogos tenemos en cuenta la plasticidad y modificabilidad del funcionamiento psicológico y comportamental, por lo que orientamos la intervención desde la promoción del envejecimiento activo y de la salud al tratamiento en situaciones clínicas.

Las áreas a evaluar serían por tanto:

  1. Actividades de la vida diaria (movilidad física, mantenimiento de las funciones de autocuidado básicas, realización de las tareas domésticas, etc.).
  2. Salud mental (funcionamiento cognitivo y presencia de sintomatología psicopatológica).
  3. Funcionamiento psicosocial o bienestar emocional en el contexto social y cultural.
  4. Salud física (percepción subjetiva del estado de salud, sintomatología física de tipo médico y condiciones diagnosticadas, etc.).
  5. Recursos sociales (accesibilidad y disponibilidad a la familia, amigos, etc.).
  6. Recursos económicos.
  7. Recursos ambientales (disponibilidad de un hogar y de mantenerlo, situación con respecto a los medios de transporte colectivos, lugares de compra y servicios públicos).

Los focos de intervención se centrarían en:

  • Trastornos de conducta (higiene personal, conductas de desorientación, deambulación, suspicacia, etc.).
  • Trastornos del estado de ánimo (ansiedad y depresión).
  • Hipocondriasis.
  • Insomnio.
  • Alteraciones de la memoria.
  • Psicoestimulación en demencias.
  • Promoción del envejecimiento activo.
    • Promover la salud y el ajuste físico y prevenir la discapacidad.
    • Optimizar y compensar las funciones cognitivas.
    • Desarrollo afectivo y de la personalidad.
    • Maximizar la implicación social.